Los seres humanos existimos en el paisaje, lo recorremos y percibimos con todos nuestros sentidos, no es si antes no ha sido conquistado por la voluntad física. Hablar hoy de paisaje es relativo a hablar de la naturaleza en relación al ser humano, en la medida en que lo percibe y se apropia tanto del mismo como de sus imaginarios.
Este vínculo ineludible entre humano y naturaleza toma corporeidad en un nuevo grupo de obras basado en La Luna y las características humanas que le atribuimos, esta cualidad innata me permite personificarla como una figura de acción alegórica protagonista en escenarios y situaciones antropomórficas. Para este proyecto he decidido poseer su forma y especular sobre su humanidad, recreando un escenario que la exhibe con un comportamiento humano, escondida entre el breñal, descansando de la faena de la noche, reposando en el silencio del conticinio.
La Luna escondida es una flor azul es un proyecto escultórico de instalación vertical compuesto por 62 piezas, permite observar una serie de elementos orgánicos que registran en sus cuerpos la huella humana resultado de la acción de modelar el barro para construir el paisaje, una media esfera representa al satélite como punto central de la composición, obteniendo una propuesta de 170 cm de alto x 150 cm de ancho x 31 cm de profundidad.